¿Qué es el aprendizaje a distancia y por qué se está expandiendo tan rápido?

La educación a distancia es uno de los términos más conocidos utilizados para referirse al aprendizaje que tiene lugar entre personas que no están físicamente en la misma ubicación geográfica. De esta manera, generalmente supone un esfuerzo para los profesores y las instituciones educativas para proporcionar acceso y facilidades para los alumnos que no están físicamente presentes en el aula.

Una visión rápida del término muestra que un elemento común es que la forma de instrucción es entre dos partes (un alumno y un profesor) y que tiene lugar en diferentes momentos y/o lugares. Además, se utilizan diferentes medios, materiales y herramientas de instrucción (Moore et al., 2011), como computadoras, tabletas o diferentes equipos de soporte tecnológico que permiten vincular a las personas que están en el aula con las que no lo están.

La educación a distancia puede parecer un enfoque educativo relativamente nuevo, pero ha sido parte del panorama educativo durante décadas. No es una perspectiva futura para la que la educación superior deba prepararse; más bien, es una realidad actual que presenta tanto nuevas oportunidades como desafíos para las instituciones educativas. Esta realidad proporciona a los estudiantes mayor flexibilidad con respecto a dónde, cuándo, cómo y de quién reciben instrucción. También extiende la accesibilidad educativa a un público cada vez más amplio.

Estas son algunas de las principales ventajas de la educación a distancia y la educación en línea, que se discutirán en la próxima sección. Otros beneficios se pueden encontrar en la flexibilidad que los centros educativos pueden proporcionar al desarrollar y ofrecer aprendizaje, así como en el uso e implementación de nuevas tecnologías. Vale la pena mencionar los diferentes y múltiples enfoques interdisciplinarios que se pueden utilizar utilizando estas metodologías (Mahlangu, 2018), ya sea entre contextos de asignaturas o contenido. Otra característica que refuerza este tipo de aprendizaje es que las interacciones entre estudiantes y profesores ocurren frecuentemente y podrían servir para aumentar el compromiso con los estudiantes (Brinthaupt et al., 2011; Martin & Bolliger, 2018).

Como se mencionó anteriormente, este tipo de metodologías no son nuevas, pero en los últimos años ha habido ciertamente un aumento exponencial en el número de escuelas, universidades y otras instituciones que ofrecen cursos, talleres y programas de educación a distancia. Este aumento en la educación a distancia no solo ha tenido que ver con la rápida irrupción del mundo de la tecnología en los centros educativos; el uso de este tipo de metodología se ha multiplicado debido a la pandemia global causada por el COVID-19 (p. ej., Danchikov et al., 2021; Schneider & Council, 2021), lo que ha forzado a la gran mayoría de centros en todo el mundo a adaptarse a este tipo de enseñanza casi de inmediato.

Esto no solo ha llevado a un cambio en la concepción de muchas escuelas de cuándo y cómo enseñar clases y contenido de asignaturas, sino también la calidad y cantidad del apoyo pedagógico e institucional recibido ha variado en cantidad y calidad dependiendo de las familias y sus antecedentes socioeconómicos (Naciones Unidas, 2020).

Por esta razón, diferentes brechas digitales, culturales y estructurales causan barreras en este tipo de metodologías, esto no solo impacta la dimensión económica sino también elementos cruciales del aprendizaje, incluyendo la autoeficacia de los estudiantes y la metacognición. Estos factores, que pueden producir desigualdad, se pueden dividir en tres áreas principales: la brecha digital o acceso a la tecnología, la brecha socioeconómica e infraestructural, y las diferentes brechas culturales que pueden dificultar el acceso o la implementación de estas metodologías. Las secciones subsiguientes de esta guía se esforzarán en ofrecer estrategias para abordar los desafíos vinculados tanto con la educación a distancia como en línea.

Esta primera sección tiene como objetivo destacar que, en comparación con el aprendizaje presencial tradicional, la educación a distancia no es ni un acelerador del aprendizaje ni una herramienta maestra** que resolverá los desafíos de profesores y estudiantes. Tampoco es una herramienta que deba descartarse por ser imperfecta, sino que, al analizar sus riesgos y múltiples beneficios, puede ser muy útil para que los profesores tengan una herramienta más para intentar promover el aprendizaje entre los estudiantes (Fisher et al., 2021).

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